Esta es la prueba final, la prueba de fuego que determinará si están listas para ser compradas por un hombre y pasar el resto de sus vidas como mascotas sexuales. Si no superan la prueba, tendrán que pasar otros dos años en la academia, donde serán entrenadas sin descanso con sadomasoquismo hasta que se rompan mentalmente y se conviertan en perras obedientes.